Una larga y problemática coexistencia

En la primera parte de 2001, una odisea en el espacio, la mítica película de Stanley Kubrick, asistimos a una escena escalofriante de depredación: un felino ataca a un primate que está rebuscando comida en el suelo, pero no consigue atraparlo al primer envite, sino cuando la presa ha logrado incorporarse y es plenamente consciente de lo que se avecina. En otra escena se ve a un grupo de los mismos simios, guarecidos durante la noche en un abrigo rocoso, mientras tratan de dormir entre sonidos inquietantes y la cámara se detiene en los ojos de uno de ellos, presa del pánico. No se me ocurren mejores ejemplos para sintetizar el contenido de Coexistencia, el libro que firma nuestro colaborador José Carlos de la Fuente.
El subtítulo así lo confirma: “un viaje por las relaciones entre carnívoros y humanos”. Pero esas relaciones no se limitan al Neolítico, momento en que nuestra especie se enfrentó con ellos para defender a los primeros animales domésticos, sino a los orígenes de nuestra estirpe evolutiva, a los australopitecos africanos. Las cien primeras páginas están centradas en aquel pasado, tan similar al de 2001, cuando la relación establecida era más bien entre depredadores y presas. Antes de entrar de lleno en el periodo actual, también dedica un capítulo a la domesticación del lobo, es decir, al muy infrecuente episodio de convertir a un carnívoro en aliado.
A partir de ahí, José Carlos de la Fuente recurre a su larga experiencia como naturalista, rastreador y guía de la agencia Ecowildlife Travel, para ofrecernos sus apasionantes notas de campo tomadas en Kenia, la India y Rumanía, donde aún viven grandes carnívoros que deben coexistir con el hombre moderno e incluso representan todavía un peligro potencial. En la India, por ejemplo, las autoridades publican manuales con información práctica sobre cómo evitar tropiezos y accidentes con los leopardos.
El autor también nos hace partícipes de que la idea de este libro partió de los artículos publicados antes en Quercus y, en efecto, cinco de ellos aparecen recopilados entre sus páginas, con lobos, leopardos, tejones, visones y nutrias como protagonistas. Pero, claro, en un libro de 450 páginas hay mucho espacio para ampliar contenidos y publicar fotos que en su día no tuvieron cabida en las siempre reducidas dimensiones de una revista mensual. Conviene añadir que, aparte de ser un libro muy ameno e instructivo, está literalmente cuajado de ilustraciones, incluidas las infografías diseñadas por su editor, Pablo Capote. La inmensa mayoría de las fotos son documentales, más informativas que decorativas, y completan una obra totalmente recomendable.