Confidencias bajo el mar
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Confidencias bajo el mar
01 de Febrero de 2024 | 0 comentarios
Ahora que nuestras costas norteñas vuelven a padecer una marea contaminante, viene a cuento destacar el libro de Julia Schnetzer, una joven bióloga marina de Alemania con experiencia profesional en Estados Unidos y Panamá. Cada capítulo es independiente, pero todos tratan de organismos sorprendentes, lo que le permite ir de lo particular a lo general para reclamar mayor respeto por el gigantesco ecosistema que cubre el 70% de la superficie de nuestro planeta. No escribe de oídas, pues ha participado personalmente en las expediciones oceanográficas que relata. Tiene, además, una perspectiva muy integradora, que va desde la cartografía del fondo marino hasta los virus. Los cuales, por cierto, se encuentran tanto en la superficie del agua como en las fosas abisales, incluso en los lechos de sedimentos. No los vemos, pero los virus son la forma de vida (por decirlo de alguna manera) más común del océano, con hasta ¡cien millones de virus por mililitro de agua! Por supuesto, dedica un capítulo entero al problema de la contaminación por plásticos y las balsas flotantes de residuos que se han ido formando debido a las corrientes de los llamados “giros oceánicos”.
Aunque, como entusiasta de su disciplina, cuando verdaderamente se la nota feliz es al abordar fenómenos como la fluorescencia marina y los tiburones de profundidad que recurren a esta estrategia en su tenebroso reino, donde nunca llega la luz del sol. De ahí, por cierto, el título del libro. También dedica un capítulo a los sofisticados sistemas de comunicación y ecolocalización de los cetáceos. Pero no sólo tiburones y delfines surcan las páginas de este libro, sino también criaturas tan sorprendentes como los insectos del género Halobates, con 46 especies marinas descritas hasta ahora, aunque debe haber muchas más, cinco de las cuales son pelágicas, es decir, capaces de vivir en aguas abiertas. Parafraseando a la propia Schnetzer, no deja de ser curioso que en el ecosistema más amplio y diverso del planeta estén casi ausentes los animales que mayor éxito evolutivo han alcanzado en los medios terrestres. También relata que la ballena azul ha perdido su llamativa corona como animal marino más grande del mundo, en beneficio de una sorpendente medusa del género Apolemia. Finalmente, está justificado que titule el epílogo. Lo que aún se esconde ahí fuera, pues es muy consciente de que no hemos hecho más que arañar la superficie de un mundo todavía desconocido.
En definitiva, un libro ameno y escrito con pasión. De divulgación científica, sí, pero sin renunciar a la denuncia ambiental y a las peripecias personales. ¡Bien por Julia!
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